Es importante destacar que la ansiedad es una respuesta normal y funcional por parte de nuestro organismo, estrechamente relacionada con el instinto de supervivencia y que, en esencia, busca una conducta de escape, evitación o defensa ante un peligro inminente. Es, cuando ciertas variables se dan, que la ansiedad puede acabar volviéndose patológica, generando miedos y respuestas evitativas o de escape no funcionales y que pueden generar un enorme malestar en el individuo.
Si bien ambos términos están muy relacionados, la diferencia es importante.
El estrés es una reacción física, normalmente en forma de tensión, así como emocional, que se genera al percibir una situación como difícilmente alcanzable, es decir, cuando interpretamos que nuestra capacidad de afrontamiento puede ser insuficiente para desarrollar la situación.
Por otro lado, la ansiedad, es una reacción mental, emocional y física derivada de la percepción de una situación de peligro o alarma.
Es por ello que ambos suelen venir acompañados, pero no necesariamente.
La ansiedad puede presentarse de muchas formas y no es extraño encontrarla como un síntoma más en distintos trastornos y problemáticas.
Si nos centramos en trastornos específicos de ansiedad, destacarían:
Para empezar, creo que mejor es el concepto de gestión, que de control. Creo que conceptualmente el concepto de control lo que haría es posiblemente aumentar la preocupación sobre la ansiedad, con lo cual aumentaría la sensación de ansiedad posiblemente. Mientras que el concepto de gestión es desde la aceptación que la ansiedad, se basa en el sentido de canalización.
La ansiedad forma parte de la vida, nos ayuda a reaccionar ante situaciones que consideramos alarmantes, peligrosas, inquietantes… Y de esta manera poder superarla con la mayor eficacia y eficiencia.
La ansiedad tiene un componente cognitivo, otro fisiológico y otro motor. El abordaje tiene que tener en cuenta habitualmente esas tres variables.
A nivel cognitivo se tiende a gestionar desde la gestión de los pensamientos, ya sea mediante la confrontación con pensamientos irracionales, como la gestión del propio pensamiento mediante, por ejemplo, técnicas como la parada de pensamiento, mindfulness… O técnicas de exposición controlada.
A nivel fisiológico se extiende a gestionar mediante técnicas de relajación, como por ejemplo técnicas de tensión y distensión…
A nivel motor se suele gestionar mediante el ejercicio deportivo.
El tratamiento es complejo, pero está bastante bien estudiado, sobre tener muy buenos resultados mediante la utilización de las herramientas y los procesos de cambio necesarios.
A nivel médico, la ansiedad se suele abordar mediante ansiolíticos, que suelen ser benzodiazepinas las cuales tienden a tener un poder adictivo importante, cuando su utilización es a largo plazo. Es importante tener en cuenta este aspecto médico en el tratamiento, cuando el nivel de ansiedad es muy elevado, dificultando la permeabilidad al proceso terapéutico. Pero siempre como una forma complementaria a la psicoterapia, especialmente mediante la corriente cognitivo-conductual, la cual está validada científicamente para ese tipo de problema psicológico.
Dado el carácter natural y funcional de la ansiedad dentro de ciertos límites, el paciente debe acudir al especialista cuando sienta que los niveles de ansiedad que experimenta no le permiten desarrollar su día a día de manera normalizada. En el momento que la ansiedad te impide o dificulta vivir tu vida, pide ayuda.
El no tratar un trastorno por ansiedad puede derivar no solo en un enquistamiento y agravamiento de los síntomas, si no que estos pueden escalar hasta desarrollar comorbilidad con otras patologías como depresión o adicciones. También puede desarrollarse una generalización, y empezar a asociarse a situaciones donde antes no aparecían ansiedad.
Detectar a tiempo la ansiedad y pedir ayuda, es algo sumamente importante para tener las mayores garantías posibles del proceso y que la situación del paciente no se agrave.
Comparte en: